Grisácea tonalidad la de los miedos vestidos de frialdad. Monocromático reposo, mientras toda la vida allá afuera se
va... Inmerso estás en un pasado que consume aun, y que sigue presente en la conjugación del verbo que remonta al ahora, que recuerda a cada hora el tiempo, haciéndote creer que será eterno, no obstante tu reposo sigue siendo el más limitante
obstáculo; tu letargo es el más angustiante veneno.
El pululante instinto
de quedar inmerso en un dolor lento y pasivo es autodestructivo. Te materializas cada vez más, te conviertes constantemente
en lo que no eres, de ti te vas y te vas haciendo de rígidos escudos, de impenetrables
silencios, de evasivas respuestas, de gélida mirada, de enmudecidos sueños que permanecen en lo más recóndito de tu expresión, de sonrisas vacuas, de falsos amores, de falsos afectos;
finges de muchas formas, posees muchas máscaras y así
escondes la vulnerabilidad. Tu esencia se ha escapado, pero aun queda
algo dentro de ti que puede revivir a la persona que alguna vez fuiste: aquella que con defectos y temores y virtudes era perfecta, aquella que alguna vez pudo compartir lo que ahora reprime, incluso amar lo que ahora desdeña… No hay mejor forma de renacer, olvidando cuan nocivo pudo ser el pasado y creyendo y creando un futuro distinto.
Pueden ser las palabras un portal de salvación. Puede ser un abrazo la dicha de volver a creer. Puede ser un beso la llave al amor, puede un susurro reavivar la llama de una empolvada esperanza… Todo comienza desde un amanecer interno que te reconforte y te haga retomar tu curso inicial. Todo comenzará desde el momento en que tú lo decidas y cuando por fin optes por vivir y despertar. Aun queda algo dentro de ti que puede revivir a la persona que alguna vez fuiste: aquella que con defectos y temores y virtudes era perfecta...
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